En la noche reconozco tu voz
entre las rosas mientras bailan,
será porque me arropan sueños
condenados por insensatos aromas.
Cuando cierro la vida en secreto
y llamo a las puertas del mar
escucho como desde fuera
revolotean las hojas del cerezo
entre pisadas que vienen y van,
y sin espera ni compasión vuela
la mirada de un viejo velero
entre las olas de tu despertar
amargo y sonriente a la vez.
Si no supiera que estas allí
esperando a que tus sueños den
un salto entre los mares
y unan tu costa de gaviotas
con mi cabo de criaturas nocturnas
cogería el velero con que huí
lo cubriría de pétalos al atardecer
alzaría en su mástil las verdades
que enterramos sin síntomas
y besaría el bosque de tu locura.
Menos mal que los albores
del recuerdo sin pañuelos,
despiertan entre los azotes
del nocturno con ojos quietos.
En aquella isla de muerte desterrada
que se ocultaba tras la puerta del mar
estuve esperando sin saber como amar
a la invisible lagrima de piel de azahar
que en mi boca nimia quedo derramada.
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