De cosas y sentidos


ELLÆ.

La pared le dio la espalda
y ella cerró los ojos,
el mar se lo contó todo,
abajo en la simiente
no sabían nada,
tenían complejo de dedos.

El silencio la abandonó,
no soñaba con ella.

La pared corrió sobre las olas,
comió arena, partió el sol,
naufragó en sus besos.

Silenció sus lágrimas
que vivían en grutas,
y el follaje era oscuro,
-absurdo- decía ella,
y la luz apática alumbro la pared,
-miseria- decía el silencio.

Amamantó el cielo su mar
de misterio, recio “te quiero”
apuntaba el niño en su libreta.

La pared observaba desde la esquina
a los pies del silencio,
y ella corrió pero el niño 
miraba a su encuentro
las estrellas,
y aunque notó sus manos,
no estaba, sus dedos no eran
suficientes,
el corazón lo tenía
encima de una hoja.

Marcharon por el fondo
y en la siguiente risa
el color es fue perdiendo,
primero el rojo, después el rostro
y así hasta el blanco de su cuaderno.

No gritó nadie, bebieron sin prisas.
La negación llovió silencios
por las ventanas, pero el niño
se sintió observado y la pared
desveló su secreto:

-ella era su madre
y no la que leía cada noche
los versos con silencio
tumbado en su sillón
y el fuego jugando
amablemente a vivir.
Pero el niño ya lo sabia,
el mar se lo contó todo.

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